La Ciudad

Salvia: “Más que pensar en el marketing político hay que pensar en políticas de Estado”

por Natalia Prieto

np@lacapitalmdq.com.ar

Aún en épocas de silencio estadístico en referencia a la pobreza con la intervención del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), los datos siguieron surgiendo del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), dirigido por Agustín Salvia. El especialista sigue siendo una referencia en materia de pobreza y brindó una charla en la ciudad (ver recuadro).

Antes de su ponencia habló con LA CAPITAL sobre la necesidad de generar una “revolución social” para acabar con la problemática que afecta a casi el 40% de la población y adelantó que la crisis actual dejará “marcas” en los futuros jóvenes. Además pidió reemplazar el “marketing político por políticas de Estado” y los planes sociales por trabajo. Este es el diálogo que mantuvo con LA CAPITAL:

– ¿La pobreza es un problema estructural de Argentina?

– No es un problema natural, es un problema que hemos construido política, económica y socialmente como sociedad y es estructural. Si en los años ’70 del siglo pasado teníamos pobreza friccional, que podía ser superada con el trabajo, con educación, con inversión pública, y fuimos construyendo segmentos que se van apilando uno tras otro, sectores que van quedando excluidos de un modelo de desarrollo económico y social capitalista que parece que no necesita a todos. Nadie tuvo la capacidad de darse cuenta de que son políticas de desarrollo, no sociales, las que vienen a solucionar un problema estructural. Se ha creído que la pobreza era un problema de política social y hemos pensado que a la gente transitoriamente la hacíamos pasar por una etapa para que después pudiesen salir. Entonces le dábamos capacitación para permitir que accedan a un empleo. Pero la Argentina que hemos construido no tiene suficientes empleos buenos para toda la población, la escuela perdió calidad porque no hay empleos de calidad que demanden esas calificaciones. Se cree que si capacitamos a la gente va a conseguir ese empleo, cuando en realidad no está el empleo. Esta lógica hace que los problemas sociales se hayan constituido en el mecanismo de atención para mantener el control social.

– ¿Con los famosos planes?

– Los planes no son la solución, sino las políticas de crecimiento, de desarrollo. Hay que atender la emergencia pero no es eso lo suficiente ni lo más importante.

– Cuando Mauricio Macri asumió la presidencia prometió pobreza cero. Al terminar su período los índices de pobreza pasaron del 29 al 38%, más o menos. ¿Cree que fracasó o su promesa fue ingenua?

– Hay tres niveles. Que haya sido ingenuo porque suponía que iba a poder bajar la inflación y lograr crecimiento y así bajar en forma importante la pobreza. También creo que hubo manipulación política. Era un buen slogan, en el contexto en el que el gobierno anterior venía ocultando el dato, señalar que íbamos a apuntar a pobreza cero porque este gobierno sí la reconocía. Ahí hay un juego de marketing político. Y después, efectivamente, hay un fracaso de las políticas adoptadas. Se mantuvieron las ayudas asistenciales, se incrementaron de hecho, porque la política económica volvió a fracasar en materia de crear condiciones de estabilidad económica y de precios, embalabilidad para las nuevas generaciones.

– En el primer semestre, desde el Observatorio informaron que el 37% de los argentinos son pobres, el 8% indigente y el 54% de los niños viven en un hogar pobre. Con esos índices, ¿qué futuro tiene el país?

– Incierto si no se hace algo distinto a lo actual, que viene fracasando. Hay que cambiar el diagnóstico y el casete e invertir en políticas de otro tipo. Lo problemático es que no se puede desatender la emergencia, porque estos índices hablan de una situación de emergencia alimentaria y sanitaria para una parte importante de la sociedad. El futuro es una generación, de acá a 15/20 años, obviamente quebrados en sus capacidades de desarrollo humano, de trabajo, de valoración. Hablamos de los chicos ni-ni y son los hijos de la crisis del 2001, del fin de la convertibilidad. Y vamos a tener jóvenes marcados por esta crisis dentro de 15-20 años y hay que estar preparados para eso.

– ¿De qué manera podemos?

– En principio empezar a detener el proceso de reproducción intergeneracional, es decir, los niños de hoy tienen que empezar a criarse en condiciones mejores. Y tenemos que tener políticas asistenciales para los jóvenes del mañana que van a estar quebrados en su capacidad de integración social. En algún momento hay que cortar este proceso.

– ¿Y qué se puede hacer para lograrlo?

– Se requieren políticas de Estado a nivel desarrollo, necesitamos un nuevo pacto redistributivo donde no nos peleemos contra el campo ni contra la gran industria que hay que motorizar para generar más valor agregado. Necesitamos multiplicar a la pequeña y mediana empresa, ahí necesitamos crear empleo. Necesitamos crear consumo interno, exportación y multiplicar a la pequeña y mediana empresa que crea empleo. También necesitamos atender la economía social y popular, marginada que tiene a los más pobres. Ahí hay que multiplicar empleos de cercanía, de cuidado, de recuperación ambiental.

– ¿Los oficios pueden ser una alternativa?

– Bueno, todo eso tendría que entrar en un circuito virtuoso donde el pacto redistributivo tenga que ver con los segmentos que más ingresos generan. Tienen que ganar plata y seguir invirtiendo pero también contribuir a fomentar el trabajo en la pequeña y mediana empresa. Se hacen acuerdos, pero la política tiene que llevarlos adelante.

– ¿Es comparable la situación actual con la de 2001?

– No, aquella era más grave en términos de estallido, de gravedad, en cuanto a la afectación. Aquella afectó mucho al empleo, hoy está afectado pero no en aquellos niveles. Hay una responsabilidad, los empresarios esperan, aguantan y tratan de no despedir. Pero más grave es en cuanto a que la pobreza es más estructural que aquella. El problema es la gravedad y profundidad de esa población que está sufriendo situaciones de privación económica.

– ¿Cree que el próximo gobierno hará otro abordaje de la pobreza?

– Espero que sí, creo que buena parte de la población lo espera. En algunos produjo desazón, miedo, pero en otros produjo expectativa, la posibilidad que puede ser posible una salida. Espero que no nos estafen de nuevo, que la política esté a la altura de mostrarle a los escépticos que hay otras posibilidades de pensar la Argentina donde juntos podamos construir un proyecto conjunto. La gente no espera grandes cosas, ni ser rica de un día para otro, lo que quiere es trabajar. Es muy básico lo que espera la gente.

– La provincia de Buenos Aires significa el 40% del padrón electoral y, según los datos del Indec de septiembre, tiene el 40% de pobreza. Ese suele ser un bastión del peronismo. Si generalmente ganan los peronistas, ¿les conviene terminar con los pobres?

– Pienso que los políticos cuando miran esa situación del Gran Buenos Aires se asustan, no saben por dónde empezar el proceso de modificación de la pobreza. Entonces aparecen los mecanismos más fáciles de aprovechar, de control social vía sistemas prebendarios, planes, tipos de acuerdos políticos que mantengan la situación de pobreza pero a los sectores populares los terminan compensando con una obrita, con algún beneficio o programa, pero nadie encara la tarea de pensar cómo hacer una revolución social en materia de inclusión para lo que son hoy 12 millones de habitantes. Y lo mismo puede ocurrir en las ciudades intermedias.

– ¿Mar del Plata puede ser un ejemplo de eso?

– Tiene un 25/30% de pobreza en una ciudad de un millón de habitantes, aproximadamente. Hay 300 mil personas que requerirían ser convocadas a participar de un proyecto de desarrollo para muchos de estos jóvenes que no tienen expectativa de trabajo, de futuro. Más que pensar en el marketing político hay que pensar en políticas de Estado a nivel territorial, a nivel municipal, tiene que empezar desde ahí. Los gobernantes tienen que saber promover esas capacidades a nivel de cada uno de los territorios. La macroeconomía tiene que dejar las condiciones para que las cosas funcionen, pero las políticas efectivas tienen que venir a nivel local.

— Toda una vida ligada a la cuestión social

Agustín Salvia es sociólogo, nació en Lanús en 1956, y en 2002 fundó el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), que sigue dirigiendo, y se especializa en evaluar la evolución de la pobreza en los núcleos urbanos. También es investigador del Conicet.

Su objetivo principal es estudiar, evaluar y monitorear el estado del desarrollo humano y social en la Argentina a partir de parámetros normativos nacionales e internacionales, considerando que el incumplimiento de tales normas constituye una medida de la “Deuda Social”. El equipo multidisciplinario cuenta con investigadores y becarios que llevan adelante el estudio integral de la realidad social urbana medida en términos de logros y déficit de desarrollo humano e integración social.

Desde 2004, realizan todos los años una encuesta nacional con indicadores de desarrollo humano e integración social (Encuesta de la Deuda Social Argentina) a hogares, poblaciones y niños residentes de áreas urbanas del país. Actualmente, en el marco del proyecto “La Deuda Social en la Argentina del Bicentenario 2010-2016”, la encuesta releva 5700 hogares. A partir de estos relevamientos, el Observatorio de la Deuda Social dispone de una base de datos primarios con indicadores sociales válidos, metodológicamente confiables y con amplia aplicación y reconocimiento académico y político-institucional. La información que se genera a partir de estos estudios permite el desarrollo de una prolífera producción académica que acompañan a las actividades de extensión universitaria (la asistencia técnica y la difusión de información de amplio impacto político-institucional) y de formación de recursos humanos.

En su paso por Mar del Plata, Salvia expuso en el centro Cultural Estación Terminal Sur del Paseo Aldrey sobre “Desarrollo en Argentina desde un enfoque de derechos”, organizada en forma conjunta por la “Red Mar del Plata entre Todos”.

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